La historia que estoy apunto de relatarte es un bonito recuerdo muy atesorado de mi infancia, una experiencia que involucra a mi abuela materna Juanita y como me protegió.
No hace mucho mucho tiempo quizás hace algunas décadas, tal vez tendría unos 3 o 4 años a mi hogar llego un visitante peculiar, no era considerado mascota en realidad pero tanto para mi como para mi abuelita Juanita nos saco un buen susto, no recuerdo como llego pero una noche lo vi amarrado al árbol de mandarinas del patio de mi casa, el cual era compacto en aquel entonces, se trataba de un borrego que era algo pachón, el estaba ahí pastando de manera pacifica sin molestar a nadie, yo nunca había visto algo así en la casa pues era muy pequeño e ingenuo para saber muchos cosas sobre el mundo, vi que tenia unos cuernos algo enroscados en su cabeza y de espontanea manera fui al comedor de la casa, vi la mesa de vidrio y al rededor había sillas que tenían unos pedazos de tela roja quizás eran de protección o de adorno, en eso momento el espíritu de la tauromaquia se me metió en la cabeza, así que salí al patio como un torero al ruedo y según yo toreaba al borrego, al principio parecía no molestarse por eso, pero al cabo de un rato al animal se le acabo la paciencia y al estar ya enojado me dio un fuerte tope en una pierna o mas bien en la ingle y pronto mi llanto se hizo escuchar por toda la casa, mi papá me encontró tirado en el jardín con mi golpe y mi dolor, así que pronto me llevo con mi mamá y ella me pondría algún remedio para el dolor, pero creo que nunca deje de llorar en ese momento, era muy obvio que no quería saber nada del borrego y sobre todo de ser torero.
Pasaron algunos días y el borrego seguía amarrado a la mandarina del jardín, una mañana baje a la cocina de la casa y mi abuelita se encontraba haciendo de comer como solía hacerlo cada mañana, yo andaba por ahí de curioso como siempre, parecía ser un lindo día y bastante soleado, pero al estar en la cocina de repente se escucho un gran estruendo, después de algunos minutos escuchamos otro fuerte golpe, pronto nos asomamos por la puerta corrediza de vidrio y vimos al borrego suelto por el jardín haciendo destrozos, el animal estaba sumamente enojado, yo no entendí que estaba pasando pero mi abuelita me tomo de la mano y me jalo de ella, así que corrimos pronto buscando un lugar donde protegernos porque el borrego se había vuelto loco, nuestro refugio emergente fue el baño asi que parecía que ese lugar seria nuestro bunker o fortaleza por largo rato, pero que fue lo que paso realmente porque el animal estaba desquiciado, bueno pues el pobre borrego al verse reflejado en todas las ventanas comenzo de darles de topes pensando que se trataba de otro borrego o de una manada de borregos queriéndolo atacar, mientras estábamos encerrados escuchamos no uno ni dos fuertes golpes, pero para ese entonces ya eran muchas la ventanas destruidas, mi abuelita estaba asustada o nerviosa y yo no paraba de llorar pues luego de la paliza del otro día que me dio no quería saber nada de borregos en mi vida, creo yo que en algún momento mi abuelita quizás pidió ayuda con algún pariente o quizás mi papá llego poco después, eso no lo recuerdo realmente pero de que nos quedamos sin ventanas esa mañana nos quedamos sin ellas, pero los héroes de esta historia fueron mi papá y mi tío Adán, porque lo ultimo que recuerdo del borrego fue verlo amarrado de las patas y arriba de la camioneta de mi tío, el destino final de aquel animal fue quizás ser barbacoa, creo que ese siempre fue propósito de todas maneras.
Nunca había escrito esta historia pero jamas la olvide, como nunca olvido a mi madre y mi abuelita quienes fueron las primeras en siempre protegerme, de hecho a mi abuelita siempre la considere como mi ángel de la guarda terrenal sin importar que ella ahora viva entre las estrellas con mi mamá y el resto de mi familia que descasa en paz...este no me pone triste solo me pone algo nostalgico.
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